En pocas palabras, el nuevo álbum de la cantautora es divertido y crudo al mismo tiempo. Wisecrack trata de la conciencia, la moralidad, “estar atrapado entre dos mentalidades” -el viejo yo y lo que depara el futuro- y el superyó. Las preocupaciones cotidianas y existenciales que todos tenemos, pero que rara vez compartimos, quedan al descubierto en once canciones exquisitamente interpretadas con profundidad, gracia y humor.
Concebido como una pieza conceptual sobre la formación de nuevas familias en medio de la disolución de la relación de sus padres, Wisecrack es más maduro, confesional, centrado y oscuro que todo lo que Blais ha producido hasta ahora.
Para Blais, el objetivo de mirar hacia atrás nunca fue la nostalgia, sino reconciliarse con el pasado para seguir avanzando. “Escribir este álbum me hizo sentir autorrealizada. Es como mi momento Pinocho: me siento real”, menciona Haley.
Al diseccionar las historias de nuestras vidas que nos hemos contado a nosotros mismos, hilamos nuevos relatos que expresan con mayor precisión quiénes somos hoy y quiénes queremos ser mañana, sintiendo el alivio de dejar el pasado atrás.
La artista de Vancouver empezó a crear una comunidad y una base de fans cuando era adolescente, hace casi una década, con sus vídeos diarísticos en YouTube y sus tiernos covers en ukelele. Desde entonces, Blais, que cantó ópera clásica durante diez años, cambió el ukelele por una guitarra y una banda de cinco músicos.
En 2020, Blais lanzó un álbum debut de larga duración de himnos pop, Below the Salt, producido por el dúo indie Tennis y Louise Burns. Con Wisecrak la artista seguirá llegando a más oídos con un tour por estados Unidos, Canadá y Europa, incluyendo el festival Pitchfork de París.