Morat en Tecate Emblema 2025: cuando la multitud cantó como si fuera la última vez

Hay bandas que suenan bien en vivo. Y hay otras que, cuando se suben al escenario, provocan algo que no se puede explicar con técnica ni con cifras de reproducciones. Lo de Morat en el Tecate Emblema fue eso: una experiencia colectiva que desbordó emoción desde el primer acorde hasta la última nota.  

El viernes 16 de mayo, en el escenario principal del festival, los colombianos se reencontraron con su público mexicano —uno que, a esta altura, ya se siente como familia. Aunque tocaron en la CDMX hace apenas unos meses, nadie se guardó nada. El recibimiento fue igual de intenso, incluso más. Porque esta vez fue en clave de festival, con ese extra de energía que se mezcla con tierra, luces y una vibra imposible de replicar.

El setlist fue generoso: más de 20 canciones. Desde Faltas tú hasta Me toca a mí, pasando por los infaltables Cómo te atreves, 506, A dónde vamos y Salir con vida. Pero no fue solo lo que tocaron, sino cómo lo vivieron. Juan Pablo, Martín, Simón y Villamil estuvieron conectados entre ellos y con el público. No por fórmula, sino porque realmente se nota que disfrutan lo que hacen. Y eso se transmite.

“¡Se siente, México!”, gritó Isaza en un momento en que ya no había nada más que decir. Porque sí, se sentía. Se sentía el amor de un público que creció con ellos, que los hizo parte de su día a día, de sus playlists para estudiar, llorar, amar o cerrar ciclos. Y en ese momento, miles de personas estaban ahí devolviéndoles todo eso multiplicado.

Hubo pirotecnia, confeti, papelitos en el aire. Pero la postal que más queda es la de las voces cantando al unísono Llamada perdida y Besos en guerra como si fueran himnos. Como si fueran parte de algo más grande que una banda de pop.

Morat no necesita reinventarse ni buscar ser lo que no es. Ya encontró su lugar: ese que está entre la emoción, la melodía y la palabra justa. Y mientras siga conectando así con la gente, cada show va a sentirse como casa.

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